Una de cada tres mujeres embarazadas con COVID-19 que deberían haber tenido acceso a una unidad de cuidados intensivos durante los primeros dos años de la pandemia no recibió cuidados críticos, según una investigación colaborativa liderada por el Organización Panamericana de la Salud (OPS) en ocho países de América Latina y publicado recientemente en The Lancet Regional Health – Americas.

El estudio, realizado por el Centro Latinoamericano de Perinatología, Salud de la Mujer y Salud Reproductiva (CLAP) de la OPS, es el más grande a la fecha a nivel mundial y se basa en 447 casos en Bolivia, Colombia, Costa Rica, República Dominicana, Honduras, Ecuador, Perú y Paraguay.

La investigación destaca “la importancia de aunar esfuerzos para incrementar la detección temprana de la COVID-19 grave en gestantes de la región, y brindar asesoría basada en evidencia para políticas públicas de protección”, señaló la directora del CLAP, Suzanne Serruya.

El estudio encontró que el 35 % de las mujeres embarazadas estudiadas que fallecieron por causas relacionadas con la COVID-19 no ingresaron en cuidados intensivos. La edad materna promedio fue de 31 años, y aproximadamente la mitad de los que murieron eran obesos.

Entre las mujeres estudiadas, el 86,4% se infectaron antes del parto y la mayoría de los casos (60,3%) se detectaron en el tercer trimestre del embarazo. En el primer ingreso hospitalario, los síntomas más frecuentes entre las mujeres fueron disnea (73%), fiebre (69%) y tos (59%). Además, se reportó falla orgánica en el 90,4% de los casos al ingreso, y el 64,8% ingresó a cuidados críticos donde permaneció un promedio de ocho días.

En la mayoría de los casos, la muerte ocurrió durante el período posparto, seis semanas después del parto, con un promedio de siete días entre el parto y la muerte. El parto pretérmino fue la complicación perinatal más frecuente (76,9%) y el 59,9% de los niños nacieron con bajo peso.

Los autores enfatizan la importancia de priorizar a las mujeres embarazadas para las vacunas contra el COVID-19, ya que son un grupo de alto riesgo. “Aunque los datos recientes sugieren una disminución de las muertes maternas por COVID-19 en la región, las mujeres siguen muriendo a causa de ella, y la vacunación es la principal herramienta para reducir las complicaciones graves y las muertes por esta enfermedad”, dijo Bremen de Mucio, Director Regional de Maternidad de la OPS. Health Advisor y uno de los autores principales del estudio.

“Desafortunadamente, hemos observado inequidad en la distribución de vacunas a nivel mundial, y las mujeres embarazadas continúan teniendo tasas de vacunación más bajas que la población general”, agregó Mercedes Colomar, otra autora principal del estudio.

La OPS ha estado monitoreando el impacto de la COVID-19 en las mujeres embarazadas desde el comienzo de la pandemia. Según datos obtenidos de 24 países en 2021, en comparación con las cifras reportadas en 2020, hubo un aumento tanto en el número de casos como de muertes por SARS-CoV-2 entre las mujeres embarazadas. Varios factores pueden explicar los números, incluidas las variaciones entre los países en los sistemas de vigilancia, los enfoques de vigilancia a medida que evoluciona la pandemia, las estrategias de inmunización y la disponibilidad de vacunas para las mujeres embarazadas, los servicios de salud sobrecargados y las barreras en el acceso a la atención especializada.