Acompañamiento emocional, parte del tratamiento contra el cáncer de mama

El cáncer de mama
es el tipo más frecuente en mujeres a nivel mundial y, en Argentina, cada año
se diagnostican más de 22.000 nuevos casos. Recibir un diagnóstico de este tipo
es un hecho que transforma la vida, las rutinas, los vínculos. No solo afecta al
cuerpo, sino que también moviliza emociones profundas como miedo, ansiedad,
incertidumbre y tristeza. Frente a ese impacto, la medicina cumple un rol
indiscutible. Pero hay otro aspecto igual de importante, que muchas veces queda
en silencio: el acompañamiento emocional.

Acompañar a una
persona que atraviesa una situación de salud compleja no siempre es tan simple
como ofrecer ayuda o pronunciar palabras de ánimo. A veces, el deseo de cuidar
puede tornarse poco acertado, excesivo o incluso generar el efecto contrario al
que se busca. Con
esta convicción, comenzaron a formarse equipos de profesionales que acompañan a
pacientes y sus familias a lo largo del proceso de internación y tratamiento.
Desde Prevención Salud, se articula a través del programa “Tu Mano Derecha”,
un equipo de psicólogas y trabajadoras sociales, que brindan apoyo humano y
contención especializada.

Actualmente, cada
vez es más común hablar de atención integral en los equipos de salud. Sin
embargo, pocas veces se reconoce que el acompañamiento también requiere de
aprender a escuchar sin proyectar, a estar sin ocupar todo el espacio, a
ofrecer ayuda sin quitar autonomía.

En los últimos
años, los avances médicos lograron transformar la forma en que se diagnostican
y tratan muchas enfermedades. Aun así, la dimensión humana del cuidado sigue
siendo insustituible. Hoy, el abordaje del cáncer de mama no se centra
únicamente en los tratamientos médicos, sino también en el bienestar integral.
Cuidar las emociones es también parte del tratamiento. La salud mental influye
en la adherencia, la fortaleza y la calidad de vida durante todo el
proceso. 

No se trata solo de
acompañar un tratamiento, se trata de estar presentes con empatía,
profesionalismo y compromiso, para que cada persona se sienta acompañada en
cuerpo, mente y corazón. Porque cuidar la salud mental es cuidar también el
cuerpo.